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Una décima de segundo. El tiempo que tarda el cerebro en formar una primera impresión de un desconocido. 

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Nunca antes habíamos estado rodeados por tantas caras diferentes como en el presente. En la era de las redes sociales, el cerebro se ve continuamente forzado a formar primeras impresiones de gente desconocida. “Entender como se forman las primeras impresiones es un tema de interés teórico y práctico al que se le ha venido dando una importancia añadida a través del uso masivo de imágenes de caras en las redes sociales,” – comenta el investigador Tom Hartley y sus colegas de la Universidad de York en el diario PNAS. ¿Es una persona amable, desagradable, atractiva? El cerebro apenas necesita una décima de segundo para formar una primera impresión. Investigadores opinan que, en este breve espacio de tiempo, el ser humano percibe 65 características como la forma de la boca, la distancia entre las cejas o la posición de los pómulos. Una impresión duradera. Lo más sorprendente es que las primeras impresiones son, en su mayoría, correctas y esto se ha demostrado con estudios: la primera impresión de los rasgos de una persona habitualmente coincide con lo que la persona se atribuiría, y esto sigue siendo cierto incluso cuando se pasa más tiempo con la persona. Lo que cambia es simplemente la certeza de que la primera impresión fue la adecuada. Esto fue identificado por los investigadores estadounidenses Janine Willis y Alexander Todorov de la Universidad de Princeton. En el cerebro, la amígdala es la parte responsable de los juicios emocionales que explica esa intuición que no necesariamente puede justificarse racionalmente. Hay una pregunta que juega un papel decisor cuando una primera impresión se forma: ¿es mi oponente fiable y agradable o agresivo y tímido? ¿Amigo o enemigo? La investigadora italiana Tessa Marzi y su equipo de la Universidad de Florencia han llegado a la conclusión de que esa es la pregunta clave. Creen que el cerebro usa una especie de “caja de herramientas” para ayudar a determinar como de fiables son las personas desconocidas. Esto tiene mucho sentido cuando se mira desde un punto de vista evolutivo, ya que hubo momentos en que la diferencia entre amigo y enemigo también era una decisión entre la vida y la muerte. El cerebro también realiza una estimación ultra rápida del estatus social de la persona, y decide si quiere seguir, o no, interactuando con esa persona.